El sospechoso del crimen de Luis Batista Da Silva (48) tuvo su correspondiente cita indagatoria y allí decidió guardar silencio. Sus últimos movimientos la noche del asesinato en San Vicente y exclamaciones de tinte "diabólico", entre otros elementos que lo vinculan con el caso.
Después de una supuesta confesión en estado de trance y de haber sido visto con los ojos de su víctima colgando en sus manos, el joven que es investigado y es sospechoso de un sanguinario crimen en San Vicente ocurrido a fines de julio, tomó su primer contacto formal con la justicia misionera.
Franco tiene 19 años y era amigo en la tarefa de Luis Batista Da Silva (48), quien fue mutilado y asesinado -se presume- entre la noche del domingo 27 y la madrugada del lunes 28 del mes pasado. Testigos y familia de Luis ratificaron que el sindicado homicida fue el último en verlo con vida. Vecinos de San Vicente los habrían visto caminar juntos en plena noche, seguramente de camino al lugar de encuentro para compartir copas -como frecuentemente hacían-
, el joven fue trasladado desde la comisaría local hasta el edificio del Juzgado de San Vicente para tener su cita indagatoria. Allí, el magistrado a cargo Gerardo Casco le expuso los elementos que hasta esa fecha lo incriminan con el asesinato.
Si bien tuvo oportunidad de contar su versión de los hechos, fuentes conocedoras del caso precisaron a este matutino que se abstuvo de declarar.
En ese contexto y con la carga probatoria recolectada en su contra, el peón rural fue imputado preventivamente por el delito de homicidio simple. Con esa acusación, regresó a una comisaría en San Vicente, donde permanecerá hasta que nuevas diligencias definan su situación procesal que lo acerquen a recibir prisión preventiva o, al contrario, ser excarcelado.
Por otro lado, voceros señalaron a El Territorio que todavía no comenzó la ronda de testimoniales en sede judicial. Quien aportó datos apenas enterada de la trágica noticia fue la esposa de Batista Da Silva.
Se espera que las notificaciones se emitan en el transcurso de la semana, con el fin de reconstruir los últimos movimientos del tarefero fallecido y su relación con el agresor. Un vínculo que, reconoció la familia de Luis, “nació en la bebida”.
Ataque en el yerbal
Aunque todavía se intenta reconstruir por completo el último momento en que la familia vio con vida a Luis, su cuñada Nélida Diniz Rabela recordó que “el domingo 27 por la noche, a las 21, vecinos del barrio 25 de Mayo vieron que él cruzó como yéndose para su casa”. Pueblerinos habrían contado a la familia que el hombre “se iba por un camino en medio de una plantación de té, y desde ahí no se supo más”. Otras voces completaron el escenario y advirtieron haberlo visto en compañía de su colega y presunto asesino.
Sobre el vínculo que unía a Da Silva con el joven de 19 años, Nélida había contado a El Territorio que “mi hermana (esposa de Luis) conocía al chico, pero yo nunca lo ví. Ella dice que ellos frecuentaban el tema de la bebida: la amistad nació entre la bebida”, atinó a describir.
Aunque todavía no hay explicaciones sensatas para lo ocurrido, su familia sospecha que los tareferos discutieron en estado de ebriedad y que el más chico lo habría ultimado. Sobre el estado de exaltación en el que se habría perpetrado el ataque, tampoco hay mayores precisiones.
“Tomaron demasiado, seguro hubo alguna cruzada de palabra y el otro se ofendió, o no sé lo que pasó, pero fue muy feo. El chico no estaba en sí, estaba muy viajado”, remarcó la mujer.
El sanguinario crimen pronto resonó en la comunidad. Fuentes policiales que intervinieron en el caso y en la detención del joven, confiaron que éste exclamaba que actuó con tal crueldad porque “tenía que hacerlo”, y que su víctima “era el diablo
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