Por el Dr. Leonardo Sivak, (MN 52181) Coordinador Grupo de Nutrición Renal SAN y la Lic. Yanina Macció (MP 35) secretaria Grupo de Nutrición Renal SAN
¿Cuáles son los principales errores nutricionales que se observan en pacientes con enfermedades renales? ¿Cómo se pueden corregir? Aquí les ofrecemos todas las recomendaciones.
Cuando llega el paciente con enfermedad renal a la consulta nutricional, se suele observar de manera frecuente, una falta de información sobre los alimentos y su composición en nutrientes. Esto muchas veces los lleva a restringir excesivamente las comidas que integran su dieta habitual, o, por el contrario, a incluir productos inadecuados, sofisticados y lo peor...nocivos. Un ejemplo común es la reducción en la ingesta de alimentos fuente de proteína (tanto de origen animal como vegetal), limitando su consumo a 1 o 2 veces por semana, lo cual de mantenerse en el tiempo puede implicar un déficit proteico con el consiguiente estado de malnutrición proteica y pérdida de la masa muscular.
Otra restricción habitual se relaciona al consumo de alimentos naturales con alto contenido de potasio, como algunas frutas y vegetales. Muchos pacientes evitan estos alimentos de forma innecesaria (por recibir información inapropiada y sin base en la evidencia científica), conduciendo no sólo a un menor consumo de fibra, vitaminas y minerales, sino también a limitar variedad y calidad de sus alimentos: tener una enfermedad renal no es sinónimo de restringir fuentes de potasio, y si existieran esas restricciones, sólo el Equipo de Nutrición Renal deberá realizar la indicación, prescribiendo la dieta correcta y de ser necesario la medicación adecuada. La situación opuesta, sucede cuando los pacientes, muchas veces por carecer de información sobre el contenido de aditivos en los productos industrializados, los consumen con frecuencia, desconociendo que estos suelen aportar cantidades significativas de sodio, fósforo, potasio, y grasas saturadas, todo lo cual puede afectar la salud renal, al igual que sales que reemplazan sodio por potasio.
Ahora sí, hablemos de recomendaciones dietéticas específicas para enlentecer y no agravar el avance de la enfermedad renal crónica:
- Seguir una alimentación saludable, evitando la ingesta de alimentos industrializados, ultraprocesados y conservas, por su alto aporte en aditivos alimentarios los cuales contienen alto grado de fósforo, potasio y sodio.
- Controlar la ingesta de sal en las comidas, disminuyendo aquellas con exceso de sodio (como embutidos, fiambres, quesos duros, caldos, algunos productos congelados, enlatados, snacks, etc.), y si es posible (…y es posible), optar por versiones sin sal agregada de alimentos de consumo habitual como el caso del pan, las pastas elaboradas, las llamadas “comidas rápidas”, productos congelados y quesos.
Las frutas, las legumbres, así como las carnes no procesadas aseguran un bajo contenido de sodio.
- Incorporar a diario vegetales crudos y frutas (La cocción de verduras, muchas veces inactiva vitaminas y altera nutrientes).
- Mantener una buena hidratación de acuerdo con las necesidades individuales, a la temperatura ambiente e indicación médica según tipo de enfermedad renal.
- Preferir la ingesta de grasas saludables (como aceite de oliva, frutos secos, palta, pescados), disminuyendo los productos azucarados (como azúcar común, galletas, productos de pastelería, etc.).
- Moderar el consumo de alimentos altos en proteínas de origen animal como las carnes, e incorporar la ingesta de legumbres y semillas en la alimentación habitual, que entre otros beneficios, además de ser fuente de proteínas, mejoran la ingesta de fibra, favoreciendo la salud intestinal y evitando la absorción rápida de azúcares (de gran importancia en obesidad y diabetes).
- Seguir una alimentación lo más casera y natural posible con predominio de alimentos de origen vegetal como legumbres, y sin descuidar los alimentos de origen animal con proteína de alto valor biológico, como el huevo, las carnes en general y la leche.
Estas pautas ayudarán a regular la presión arterial y mantener un peso saludable, dos pilares fundamentales para enlentecer, y en algunos casos incipientes relacionados a alteraciones metabólicas y cardiovasculares, evitar la progresión de la enfermedad renal crónica, si se implementa en las etapas tempranas.
Mencionamos los nutrientes o suplementos específicos que se consideran clave en el cuidado de la salud renal, teniendo en cuenta que los pacientes pueden necesitar aumentar el consumo de algunos, como así también reducir la ingesta de otros. En las etapas iniciales de la enfermedad renal, suele ser necesario disminuir el consumo de proteínas moderadamente, así como de sodio en forma estricta. En contrapartida, los pacientes en diálisis necesitan aumentar el consumo de proteínas para reponer las pérdidas ocasionadas por el tratamiento y el alto gasto energético.
Respecto al tipo de consumo de agua, resulta de importancia para el cuidado renal en todas las etapas de la enfermedad, y la “cantidad adecuada y suficiente de líquidos” que debe consumirse a diario será individual para cada paciente según el tipo de enfermedad renal que padezca, pudiendo suceder que aquellos pacientes que se encuentran en diálisis o tengan bajos volúmenes de orina (por ejemplo con insuficiencia cardíaca asociada), deban controlar la ingesta para evitar la retención riesgosa de líquidos, mientras que otros pacientes con cálculos renales (como ejemplo no excluyente), deberán aumentar significativamente la ingesta líquida por encima de la sed.
Los micronutrientes son sustancias que se encuentran en los alimentos y que son necesarias para el buen funcionamiento del organismo humano y animal, e incluye vitaminas, minerales, y oligoelementos, como el yodo, el cobre, el selenio, el flúor. En la enfermedad renal crónica, dentro de los micronutrientes minerales, el sodio (sal común), impacta sobre la presión arterial, pudiendo afectar el funcionamiento de los riñones y corazón a largo plazo. Otros minerales por observar en la enfermedad renal son el potasio y el fósforo, los cuales pueden aumentar en la sangre, y acarrear complicaciones metabólicas, a veces riesgosas. Sin embargo, la restricción no debe interferir en la adecuada nutrición, existiendo recursos farmacológicos y nutricionales, que permitirán mantener una ingesta equilibrada de nutrientes básicos, siempre bajo la observación del equipo nefrológico y de nutrición renal.
Por lo tanto, es de importancia hacer la consulta especializada oportuna, a fin de recibir el consejo y la orientación individual desde el equipo de nutrición, el cual posee los conocimientos adecuados sobre cantidad y calidad de sus alimentos, así como la toma de las mejores decisiones al momento de elegir, comprar y seleccionar los componentes de nuestras comidas, asegurando todos los nutrientes imprescindibles que permitirán para mantener un buen estado de salud.
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