De chicanas y políticas

Congreso de la Nación Argentina en Buenos Aires: 13 opiniones y 48 fotos

"La única verdad es la realidad"
Aristóteles



Chicana tiene su ascendencia en el francés chicane  y se puede aplicar al automovilismo ("la zona de chicanas" ) como un lugar donde se debe ir sorteando curvas u otros obstáculos reduciendo la velocidad o bien, como lo hace la Real Academia de la Lengua Española como "Artimaña, procedimiento de mala fe, especialmente el utilizado en un pleito por alguna de las partes". Este significado va al origen de la palabra francesa que  era aplicada a plantear dificultades en un caso judicial, algo así como tomar una curva y una contracurva para que el tránsito se haga más lento.

Popularmente, sobre todo en nuestro país, entendemos a la chicana como un enredo, un engaño, una mentira y más teniendo en cuenta si se le suma la palabra "política".  Las famosas "chicanas políticas", son cuestiones que apuntan a desacreditar al oponente, desprestigiarlo, sembrar dudas sobre sus acciones a fin de que todo lo que diga o haga tenga un manto de sospecha, es decir la chicana hace que aquel al cual se alude sea considerado un chanta.

En estos pandémicos días que estamos atravesando, las chicanas no se tomaron días de aislamiento. Desde ambos lados de la grieta e incluso en el momento de mayor actividad del Covid-19 en el país, están en plena circulación comunitaria. En el juego de la democracia, en el que mandan las mayorías o los consensos de minorías (que vendría a ser casi lo mismo), las chicanas son casi el pan de cada día. La realidad que para muchos se volvió mediada por pantallas no impidió la viralización de chicanas, es más la potenció, hasta el punto en que ambas realidades (la real, la palpable y la mediada, la virtual) se estrellen.
 El choque, que a diferencia de una carrera de autos no se produjo a la salida de una chicana sino a raíz de mantener una, se dará este martes en la Cámara de Diputados de la Nación. Allí las chicanas de un lado y del otro chocarán con el mundo físico. El oficialismo convoca a los diputados a sesionar, lo que implica, teniendo en cuenta la situación sanitaria del país,  el teletrabajo; tal y como lo vienen haciendo regularmente desde el inicio de la pandemia en Argentina. Pero (siempre hay uno) el acuerdo consensuado para sesionar en forma remota, según la oposición, concluyó el 7 de agosto. Casi un mes y varias sesiones virtuales después, con el dedo pulgar para arriba (o era para abajo) dado por el expresidente Macri desde Zurich, el radicalismo y el Pro aseguran que irán en cuerpo presente al edificio del Congreso para sentarse en sus bancas a trabajar.
Es más que obvio que el temario a tratar es lo de menos, están en la agenda un proyecto para la reactivación turística y otro para endurecer las penas a quienes pesquen ilegalmente en aguas territoriales argentinas; cuestiones que tienen además el acuerdo de ambos grupos; pero ( a veces hay más de uno) existe "un temor" por parte de la oposición de que a partir de ahora se traten todos los temas en forma remota; lo que los dejaría con poco margen de maniobra para impedir que leyes a las que rehuyen como el impuesto a la riqueza o la reforma judicial sean aprobadas o al menos tratadas.
Por el otro lado, para impedir que una chicana no hay nada mejor que otra, el oficialismo asegura que hisopará a todos aquellos que se presenten en la sede de la Legislatura Nacional para certificar que no tienen coronavirus, algo a lo que los diputados opositores se oponen.
En estas chicanas, amplificadas por los medios de comunicación y sobre todo viralizadas en las redes sociales, se mueve la agenda política nacional dejando de lado cuestiones tan importantes y trascendentes como la puesta en órbita de un satélite de observación (tal vez la única política de Estado que se mantiene, aunque con vaivenes, desdee l gobierno de CFK), la positiva renegociación con los acreedores de la deuda adquirida en el gobierno anterior por parte del actual, el entendimiento entre gobernadores de distintos partidos con el gobierno nacional en el combate al Covid-19 y otras decisiones que tienen que ver con la Política con mayúsculas, esa que se ensalza en los libros y que tanto se extraña.
En esta realidad chicaneada se mueve la política, con poco debate y mucho grito, anhelando que aquello que sucede en la Justicia (también con mayúsculas) que tiene al abogado chicanero como el  más condenable de los abogados y apela a la ética profesional  para ir dejando de lado esa práctica tan deleznable, se vaya metiendo poco a poco y sin chicanas, sin complicación interesada, ni trapisondas entre nuestros representantes políticos.

Javier Adorno


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