La caída del consumo y el crecimiento del endeudamiento generan preocupación en la molinería que sigue insistiendo con la imperiosa necesidad de trasladar al mercado los costos de elaboración para poder atenuar un escenario que se muestra aún más complejo en el contexto de pandemia de COVID-19.
Sin embargo, este panorama crítico sigue sin encontrar respuestas de nación, pese a los infructuosos pedidos de una reunión que permita al sector fundamentar el traslado al consumidor de un mínimo incremento que disipe las apremiantes consecuencias de trabajar a pérdida con una estructura de costos sostenida con precios congelados.
Respecto de la insistencia de una urgente recomposición de precios, según las estimaciones técnicas, este aumento debería ser como mínimo de 35 pesos por kilo para hacer frente a la constante suba de la materia prima que se incrementó un 50 por ciento entre diciembre y junio últimos.
Otro aspecto que afecta al sector es la caída del consumo teniendo en cuenta que en un año se vendieron casi 3 millones de kilos menos, según datos del INYM (-2.962.408 Kg. Ene-May 2019/2020).
Si bien en esta variable negativa debe considerarse el contexto sanitario mundial, se trata de una caída en los índices de comercialización que no deja de ser otro llamado de atención que se aferra a los pocos márgenes de rentabilidad.
La industria está atravesando una crisis preocupante, asumiendo costos financieros que incrementan su endeudamiento en pos de mantener un negocio inserto en un esquema adverso que amenaza el sostenimiento laboral y precipita la caída del nivel de actividad de las empresas del sector.
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