Fue chofer de un alto jefe policial. Ahora trabajaba en la Dirección de Administración, donde se manejan los millones de pesos en vales para cargar los tanques de los patrulleros. No tuvo la mejor idea que canjear los vales robados en la gasolinera del Gobernador Closs, de la avenida Uruguay. Un encargado de playa lo delató, pero también lo investigan como presunto "cómplice". El Suboficial vivía como "rey" en la reformada casa del Iprodha, del barrio Itaembé Miní. Un suboficial de la Policía de Misiones fue detenido en las primeras horas de la madrugada de este sábado como uno de los principales responsables de haber robado más de 300 mil pesos en vales de combustibles.
Fue alrededor de las 1:30 de la madrugada, en un operativo policial conducido por el juez de Instrucción Tres Fernando Verón. El policía fue sacado de su vivienda en medio de un allanamiento, cuando pretendió resistirse al arresto y a la requisa ordenada por el magistrado.
Se trata de un suboficial de la Policía, identificado extraoficialmente como Ricardo Lincui o Lindquist, quien trabajaba en la oficina de la Dirección de Administración de la Jefatura de Policía, donde se manejaban millones de pesos en la distribución de vales de naftas para la flota de patrulleros de la fuerza.
Dicen que el “subncho” fue sacado de su casa, del barrio 90 Viviendas de Itaembé Míni, casi por la fuerza y tras resistirse a que el juez Verón allane su residencia, una casa demasiada lujosa para un policía de poco rango que no supera un salario de 2.200 pesos mensuales.
Lincui o Lindquist se había ganado la confianza de sus superiores luego de haber sido el chofer y hombre de confianza del ex subjefe de Policía, Ramón Héctor Sosa.
Tras el recambio de autoridades en la Jefatura, el suboficial se instaló en la Dirección de Administración y, desde allí, sospechan que comenzó a forjar un futuro inmediato de lujos e inversiones.
¿Cómplice o cómplices?
Fue alrededor de las 1:30 de la madrugada, en un operativo policial conducido por el juez de Instrucción Tres Fernando Verón. El policía fue sacado de su vivienda en medio de un allanamiento, cuando pretendió resistirse al arresto y a la requisa ordenada por el magistrado.
Se trata de un suboficial de la Policía, identificado extraoficialmente como Ricardo Lincui o Lindquist, quien trabajaba en la oficina de la Dirección de Administración de la Jefatura de Policía, donde se manejaban millones de pesos en la distribución de vales de naftas para la flota de patrulleros de la fuerza.
Dicen que el “subncho” fue sacado de su casa, del barrio 90 Viviendas de Itaembé Míni, casi por la fuerza y tras resistirse a que el juez Verón allane su residencia, una casa demasiada lujosa para un policía de poco rango que no supera un salario de 2.200 pesos mensuales.
Lincui o Lindquist se había ganado la confianza de sus superiores luego de haber sido el chofer y hombre de confianza del ex subjefe de Policía, Ramón Héctor Sosa.
Tras el recambio de autoridades en la Jefatura, el suboficial se instaló en la Dirección de Administración y, desde allí, sospechan que comenzó a forjar un futuro inmediato de lujos e inversiones.
¿Cómplice o cómplices?
En los tribunales trascendió que el Suboficial quedó marcado en una rápida investigación preliminar por las estaciones de servicio de Posadas. En la recorrida, los pesquisas se encontraron con la confesión desesperada de un encargado de playa de la estación Uruguay del Petrovalle S.A., casualmente la empresa gasolinera más grande de la Provincia y propiedad de la familia del gobernador Maurice Closs.
El empleado de Petrovalle habría “cantado” todos los detalles de la maniobra apenas se enteró que el propio Gobernador buscaba a los miembros de la “banda de los vales”.
Un vocero judicial precisó que el encargado de la playa primero le cambió unos pocos pesos en vales, simulando haber cargado combustible. Y 48 horas después, el suboficial Lincui hizo correr más de 3 mil pesos en vales robados de la Jefatura.
Pero la voracidad del policía lo terminó delatando, como también su lujosa vida de confort familiar. Trascendió que el juez Verón y los uniformados quedaron asombrados por la suntuosidad de la casa del “modesto” policía Lincui, donde se podía observar más de cinco splits, quincho climatizado, varios plasmas y hasta muebles de culto en su remodelada casa del Iprodha.
¿Estrategia?Hay una versión no confirmada que anticipa la “injerencia política” en el caso de la “banda de los vales”. Dicen que hay funcionarios del Ministerio de Gobierno y de la Jefatura de Policía que prefieren circunscribir el caso a la pretendida audacia de Lincui. Nada de “banda” o “camándulas internas”, porque significaría hablar de “asociación ilícita” y escarbar sobre una historia de desvíos y desfalcos de vales que dejaría mal parado a los “cabezones” del poder policial.
Hay datos incipientes que demostraron ciertas contrariedades a la hora de fijar un monto oficial: hay medios de prensa del Gobierno que no se ponían de acuerdo con los números del robo de vales. Primero se dijo 300 mil pesos, más tarde que devolvieron 200 mil y por último, hasta se admitió que el desfalco superó a los 600 mil pesos.
“Y no es de ahora, parece que hace tiempo que los ‘polis’ venía comiendo de esa cajita”, aclaró un funcionario de la Justicia".
El empleado de Petrovalle habría “cantado” todos los detalles de la maniobra apenas se enteró que el propio Gobernador buscaba a los miembros de la “banda de los vales”.
Un vocero judicial precisó que el encargado de la playa primero le cambió unos pocos pesos en vales, simulando haber cargado combustible. Y 48 horas después, el suboficial Lincui hizo correr más de 3 mil pesos en vales robados de la Jefatura.
Pero la voracidad del policía lo terminó delatando, como también su lujosa vida de confort familiar. Trascendió que el juez Verón y los uniformados quedaron asombrados por la suntuosidad de la casa del “modesto” policía Lincui, donde se podía observar más de cinco splits, quincho climatizado, varios plasmas y hasta muebles de culto en su remodelada casa del Iprodha.
¿Estrategia?Hay una versión no confirmada que anticipa la “injerencia política” en el caso de la “banda de los vales”. Dicen que hay funcionarios del Ministerio de Gobierno y de la Jefatura de Policía que prefieren circunscribir el caso a la pretendida audacia de Lincui. Nada de “banda” o “camándulas internas”, porque significaría hablar de “asociación ilícita” y escarbar sobre una historia de desvíos y desfalcos de vales que dejaría mal parado a los “cabezones” del poder policial.
Hay datos incipientes que demostraron ciertas contrariedades a la hora de fijar un monto oficial: hay medios de prensa del Gobierno que no se ponían de acuerdo con los números del robo de vales. Primero se dijo 300 mil pesos, más tarde que devolvieron 200 mil y por último, hasta se admitió que el desfalco superó a los 600 mil pesos.
“Y no es de ahora, parece que hace tiempo que los ‘polis’ venía comiendo de esa cajita”, aclaró un funcionario de la Justicia".
Fuente: Canal 4
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