Copenhague: una frustración, una apuesta más

Por Julia Argentina Perié, diputada nacional


Finalizó la histórica y esperada cumbre de Copenhague donde las máximas autoridades de los principales países del mundo debían suscribir un acuerdo para disminuir las emanaciones de gases de efecto invernadero, léase CO2.
Millones de personas de todo el mundo estábamos con los ojos puestos en esa reunión, esperando aquello que no pudo ser. Es decir, un fuerte compromiso de bajar el porcentaje de emanaciones de CO2 y que los países desarrollados ayuden a los emergentes en esta política del cuidado del ambiente. En definitiva cuidar nuestra única casa que es la tierra.
Podemos decir hoy que nada de esto pasó como tendría que pasar. Estados Unidos y China, principales países productores de estos gases, no fijaron metas en la reducción de emisiones.
Tampoco las economías más fuertes se comprometieron en colaborar con los países en vías de desarrollo para el cuidado de los distintos ecosistemas.
Las naciones industrializadas ni las empresas transnacionales responsables de los problemas que afectan a la humanidad tienen intención de reducir sus ganancias e inversiones a fin de disminuir las emisiones y evitar que la temperatura mundial trepe por encima de los 2 grados centígrados (hoy está en 0,7). Para ello, tienen que reducir las emisiones entre un 25 y un 40 por ciento de aquí al 2020.
No se trata sólo de frenar las emisiones y la producción industrial para evitar el efecto invernadero.
Es necesario comprender la situación que afecta a gran parte de la humanidad y que provocará el aumento del hambre y el desequilibrio planetario, la falta de agua, la pérdida de la biodiversidad y la deforestación, la propagación de los monocultivos y degradación de los suelos y el uso intensivo de los agroquímicos tóxicos.
Observando con detenimiento nuestra realidad cotidiana, podemos decir que nuestro ambiente se parece a un cuerpo humano con bajas defensas. Vivimos fenómenos que los investigadores hace tiempo pronosticaban para el ambiente: fuertes precipitaciones acompañadas con prolongadas sequías en otras zonas; inundaciones que van acompañadas de muerte y desolación, principalmente en los sectores más pobres de la población, y la falta de lluvia que repite las imágenes desoladoras.
Las últimas tormentas en nuestra región, además del tornado de San Pedro, significan un llamado de atención acerca de la necesidad de realizar un buen manejo de nuestros recursos naturales.
Los desmontes provocan que los vientos tomen velocidades muchas veces más allá de las medias. Esa velocidad, además, es mayor cuando mayor es la temperatura. En tanto, los árboles regulan y atenúan el aumento del calor. El calor no es el mismo en lugares con bosque que sin él.
Aunque no se produjo el milagro esperado en la Cumbre de Copenhague, y más aún porque no sucedió, seguiremos comprometidos y apostando a un futuro en el que la convivencia con el ambiente sea más responsable y que en nuestra provincia podamos recuperar aquellos bosques que ya no están, como forma de darle una mano a la naturaleza.

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